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Violencia en el lugar de trabajo: Proyecciones en un mundo laboral en transformación



La violencia en los entornos laborales es una problemática que atraviesa industrias, países y contextos sociales. Afecta tanto a trabajadores como a empleadores, dejando un impacto profundo en la salud mental, la productividad y la seguridad. Este artículo explora los factores de riesgo, las normativas establecidas para prevenir incidentes y las perspectivas a futuro, con un enfoque especial en los trabajadores de la salud.

 

La violencia en el lugar de trabajo es un fenómeno global que afecta tanto a empleados como a empleadores, con repercusiones económicas, sociales y psicológicas significativas. La Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) define esta violencia como cualquier acto de agresión física, acoso o conducta amenazante que se desarrolla en el entorno laboral . Según datos recientes, la violencia laboral es la tercera causa principal de muertes relacionadas con el trabajo en los Estados Unidos, con sectores como la salud y el comercio siendo los más afectados .

En este artículo, exploraremos los riesgos identificados, los estándares y programas diseñados para mitigar estos riesgos, y las proyecciones a futuro, con un enfoque particular en los trabajadores del sector salud. Este sector, crucial para la sociedad, enfrenta riesgos únicos que requieren una atención estratégica y multifacética.



Factores de riesgo asociados a la violencia laboral

 

Los factores de riesgo varían según la industria, pero existen elementos comunes que incrementan la probabilidad de incidentes. Entre ellos se incluyen la interacción con el público, el manejo de dinero en efectivo, el trabajo en aislamiento o durante horarios nocturnos, y la atención a personas en situaciones emocionales extremas . En el sector de la salud, estos riesgos son particularmente evidentes debido a la interacción constante con pacientes y familiares en situaciones de alta tensión emocional y física.

En América Latina, la violencia laboral está estrechamente vinculada a la desigualdad social y la falta de políticas inclusivas. Según el informe Violencia y Desigualdad de ADLAF, estas problemáticas no solo afectan la calidad de vida de los trabajadores, sino que también perpetúan sistemas de exclusión que alimentan ciclos de violencia estructural .

 

 

Programas y estándares de prevención

 

OSHA y ASIS INTERNATIONAL han establecido directrices y estándares para ayudar a las organizaciones a prevenir y gestionar la violencia laboral. Por ejemplo, la Directiva OSHA CPL 02-01-058 establece procedimientos específicos para evaluar riesgos y responder a incidentes . ASIS, por su parte, promueve programas integrales que incluyen la identificación de comportamientos preocupantes, la evaluación de amenazas y la implementación de políticas de tolerancia cero .

Además, se han desarrollado guías específicas para sectores de alto riesgo, como los trabajadores de la salud y los servicios sociales, que ofrecen estrategias prácticas para prevenir agresiones físicas y psicológicas. Estas medidas incluyen controles administrativos, capacitación específica y mejoras en la infraestructura de seguridad, como cámaras y sistemas de alarma .




Capacitación y recursos para trabajadores

 

La capacitación es una herramienta fundamental para prevenir la violencia laboral. Los programas diseñados para educar a los empleados sobre cómo identificar señales de peligro y manejar situaciones tensas han demostrado ser efectivos. En hospitales, por ejemplo, se han implementado protocolos de prevención que incluyen simulacros regulares y la instalación de botones de pánico en áreas de alto riesgo .

El acceso a recursos, como guías de prevención y programas de apoyo psicológico, también es esencial. OSHA y otros organismos ofrecen materiales que ayudan a los trabajadores a entender sus derechos y a las empresas a crear entornos laborales más seguros y colaborativos .



Situación actual en América Latina

 En América Latina, los desafíos relacionados con la violencia laboral están profundamente enraizados en contextos de desigualdad social y económica. Países como México, Brasil y Argentina han reportado un aumento en los incidentes de violencia en sectores como el comercio y la atención médica . Las estrategias de respuesta han sido desiguales, con algunos países adoptando políticas de prevención más robustas mientras otros se centran en medidas punitivas que, en muchos casos, exacerban el problema.

 

El informe de ADLAF destaca cómo estas problemáticas están relacionadas con la falta de inversión en políticas inclusivas y programas de capacitación, así como con la persistencia de barreras culturales que dificultan la implementación de soluciones efectivas .

En Chile, la Ley Karin N° 21.643, que entró en vigor el 1 de agosto de 2024, es una medida clave en la lucha contra la violencia y el acoso laboral. Inspirada por el caso de Karin Salgado, técnica en enfermería del Hospital Herminda Martín de Chillán, quien sufrió acoso sistemático que culminó trágicamente en su suicidio, esta legislación busca proteger la dignidad de los trabajadores y prevenir conductas abusivas en el ámbito laboral. La Ley Karin elimina barreras como la exigencia de reiteración en casos de acoso y amplía la protección a empleados tanto del sector público como privado. Además, pone énfasis en la creación de protocolos preventivos, destacando la importancia de un entorno laboral seguro y libre de violencia. Este marco legal establece un precedente que resalta cómo los instrumentos normativos pueden integrarse en la gestión corporativa para minimizar riesgos y fortalecer la resiliencia empresarial.




Proyecciones a futuro

Estudios recientes indican que, de no implementarse medidas preventivas efectivas, los incidentes de violencia hacia los trabajadores de la salud podrían incrementarse en un 4% para 2032. Este aumento no solo pone en riesgo la integridad de los empleados, sino que también compromete la eficiencia y la calidad de los sistemas de salud, ya de por sí tensionados por la alta demanda y la escasez de recursos.

En respuesta a esta problemática, diversas instituciones están desarrollando modelos innovadores de prevención adaptados a realidades locales. Por ejemplo, la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, en colaboración con la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO), lidera un proyecto para crear un modelo de prevención de violencia hacia trabajadores de la salud, basado en evidencia científica y ajustado al contexto chileno. Este enfoque busca no solo mitigar los riesgos, sino también promover el bienestar integral de quienes laboran en el ámbito sanitario.

La tecnología emerge como una aliada fundamental en la mitigación de estos riesgos. Sistemas de vigilancia con cámaras estratégicamente ubicadas permiten una supervisión en tiempo real de las instalaciones, facilitando la detección temprana de comportamientos agresivos. Además, herramientas de análisis predictivo, basadas en inteligencia artificial, pueden identificar patrones de conducta que preceden a actos violentos, permitiendo intervenciones proactivas.

 

Aplicaciones móviles de respuesta rápida ofrecen a los empleados medios para alertar sobre situaciones de peligro de manera inmediata, mejorando los tiempos de reacción y la coordinación en la gestión de incidentes.

Sin embargo, la implementación de tecnología debe ir acompañada de protocolos claros y formación adecuada. Un enfoque integral que combine soluciones tecnológicas con políticas organizacionales sólidas y una cultura laboral que promueva el respeto y la seguridad es esencial para enfrentar los desafíos futuros en la prevención de la violencia laboral. La colaboración entre instituciones académicas, organismos gubernamentales y el sector privado será clave para desarrollar estrategias efectivas que protejan a los trabajadores y fortalezcan los entornos laborales.

 




Reflexiones Finales

La violencia laboral no es solo un problema de seguridad, sino un desafío crítico en la gestión de riesgos corporativos. Los incidentes de violencia pueden desencadenar pérdidas económicas significativas, desde el aumento de costos en seguros y litigios, hasta la interrupción de operaciones clave. Además, el impacto en la reputación de una empresa puede ser devastador, afectando la confianza de empleados, clientes y socios comerciales. Por lo tanto, abordar este problema desde un enfoque estratégico e integral es esencial para minimizar riesgos, garantizar la continuidad del negocio y fortalecer la resiliencia organizacional. Invertir en medidas preventivas y correctivas, incluyendo tecnologías de seguridad, capacitación constante y políticas inclusivas, no solo protege a los trabajadores, sino que también refuerza la sostenibilidad y competitividad de las organizaciones en un entorno laboral cada vez más complejo.

 

Referencias:

            1.         Security Management. (2024). Emerging strategies for workplace violence prevention.

            2.         OSHA. (2016). Directrices para la prevención de la violencia laboral.

            3.         Universidad de Chile. (2024). Modelo para prevenir la violencia laboral.

            4.         Ioseguridad. (2024). Tecnología para mitigar la violencia laboral.

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