A medida que nos preparamos para el 2025, es esencial reconocer cómo estas amenazas evolucionarán y cómo debemos adaptarnos para garantizar la seguridad, la resiliencia y la continuidad de nuestras operaciones. La capacidad de las empresas y gobiernos para abordar estos problemas será clave para la competitividad y la estabilidad en el futuro. En este contexto, las infraestructuras críticas, la inteligencia artificial y la capacitación constante serán los pilares fundamentales para enfrentar un panorama global cada vez más incierto.
Durante este año, hemos venido identificando y analizando las diversas amenazas y problemáticas que se han transformado en los desafíos y las alertas para quienes trabajamos en Seguridad. En esta última entrega de 2024, quiero compartir mis reflexiones sobre los principales escenarios de riesgo tanto a nivel global, regional (Latinoamérica) como local (Chile). Durante este tiempo, hemos hablado y escrito sobre ciberseguridad, el crimen organizado, la migración, la corrupción, la inteligencia artificial y el cambio climático, todo lo que, bajo una serie de combinaciones, se transforman en un panorama cada vez más desafiante.
En este análisis final, también es importante proyectar cómo estas amenazas podrían evolucionar en 2025, con base en estudios, informes y proyecciones de organismos internacionales. Al mirar hacia el futuro, debemos estar preparados para lo que viene. Es fundamental entender cómo estas amenazas se podrían intensificar, mutar o dar paso a nuevos problemas que aún no hemos considerado del todo. A lo largo de este artículo, te invito a revisar lo que ha pasado durante 2024, lo que podemos esperar para el próximo año, y cómo, como país y como empresas, debemos prepararnos para los nuevos escenarios que se nos avecinan.
Un Año de Desafíos Complejos
Este año, la ciberseguridad se convirtió en uno de los temas más discutidos a nivel global. La acelerada transformación digital que hemos experimentado ha dejado a muchos sectores más expuestos a ciberataques. Aunque en Chile no hubo reportes oficiales de ataques masivos a infraestructuras críticas, como las redes de energía o telecomunicaciones (aunque sabemos que estos sectores siempre son un objetivo tentador para los ciberdelincuentes), lo cierto es que los ciberataques han ido aumentando en sofisticación en todo el mundo. Las empresas y gobiernos se han visto cada vez más amenazados por ataques de ransomware de doble extorsión, una modalidad en la que los atacantes no solo bloquean el acceso a la información, sino que además amenazan con hacerla pública si no se paga el rescate. Esto no solo pone en riesgo la privacidad, sino que también puede destrozar la reputación de una empresa. Además, el ciberespionaje ha cobrado mayor protagonismo, con actores tanto estatales como no estatales llevando a cabo ataques para robar información confidencial. Los sectores estratégicos como la defensa, la tecnología y la energía se han convertido en los principales objetivos, y el daño no solo es financiero, sino que afecta a la seguridad nacional y a la competitividad de las empresas. Es claro que debemos estar más preparados que nunca, porque la seguridad cibernética ya no es solo una cuestión tecnológica, sino una prioridad estratégica.
En paralelo, el crimen organizado siguió creciendo a niveles preocupantes, y en Chile, como en otras partes de Latinoamérica, el narcotráfico, la violencia y la corrupción se entrelazaron de manera cada vez más compleja. Las bandas criminales no solo se limitan al tráfico de drogas, sino que también han extendido su influencia en otras áreas, como la minería ilegal y el control de las rutas comerciales. Las cifras de homicidios y delitos relacionados con el crimen organizado aumentaron, y se hicieron cada vez más visibles en las grandes ciudades como Santiago. Aquí, se evidencia una suma entre la incapacidad de las autoridades para contener este fenómeno y el hecho de que “el crimen como una empresa”, es altamente complejo y eficiente, además de contar con más recursos.
La migración masiva fue otro de los grandes temas en 2024. Aun cuando la crisis migratoria es una realidad global, los conflictos en Venezuela, Haití y otros países de América Latina, han impactado directamente a Chile. Se estima que más de un millón de migrantes llegaron a Chile en los últimos cinco años, lo que ha generado una presión sobre los sistemas de seguridad y los servicios sociales del país. Lo que antes era considerado un “paraíso de inmigrantes” se ha visto afectado por una ola de desinformación y estigmatización.
Por otro lado, la inteligencia artificial comenzó a ser una herramienta utilizada tanto para la defensa como para el ataque. Si bien la IA se utiliza, entre muchas otras cosas, para mejorar la seguridad cibernética y prevenir ciertos delitos, también ha sido una de las armas principales para los ciberdelincuentes, que la han usado para crear software maliciosos más difíciles de detectar. Este año, también vimos cómo la desinformación se convirtió en un arma letal, especialmente en el ámbito político, donde los Deepfakes y los bots se usaron para manipular opiniones y resultados electorales en varios países, incluyendo Chile. Esto nos muestra cómo la tecnología, mientras nos ofrece grandes avances, también puede ser utilizada para fines ilícitos.
En cuanto al cambio climático, 2024 fue otro año con eventos climáticos extremos. En Chile, los incendios forestales y las sequías afectaron vastas zonas del país, poniendo en riesgo tanto a las comunidades locales como a las industrias. La gestión de las infraestructuras críticas ante estos desastres se convirtió en un tema urgente, y vimos cómo muchas empresas y gobiernos tuvieron que improvisar ante la falta de preparación. Lo que quedó claro es que los desastres naturales no solo afectan el medio ambiente, sino que también tienen un impacto directo en la seguridad económica y la estabilidad social.
Proyección para 2025
Si bien las amenazas de 2024 nos han dejado lecciones importantes, los pronósticos para 2025 nos muestran que los riesgos seguirán evolucionando. La ciberseguridad se convertirá en una preocupación aún mayor, y es muy probable que los ataques cibernéticos se vuelvan más sofisticados. La inteligencia artificial no solo se usará para mejorar la protección, sino también para crear nuevos tipos de amenazas, y la escasez de profesionales en ciberseguridad, como lo predicen organismos internacionales, seguirá siendo un desafío crítico.
El crimen organizado continuará expandiendo su alcance, especialmente en el comercio digital y el lavado de dinero. Los cárteles seguirán aprovechando las vulnerabilidades del sistema económico global para financiar sus operaciones, por lo que la cooperación internacional en la lucha contra estos delitos se volverá aún más urgente. Los gobiernos deberán implementar estrategias más robustas para enfrentar la violencia y la corrupción, con un enfoque en la reforma de las instituciones y el fortalecimiento de las capacidades de respuesta.
La problemática de la inmigración ilegal podría experimentar una disminución, especialmente en Chile, donde recientemente se promulgó una nueva ley de inmigración con el objetivo de regular de manera más estricta el ingreso y la permanencia de extranjeros en el país. La ley amplía las causales de expulsión, incluyendo a aquellos involucrados en delitos graves, y refuerza el control de la migración irregular mediante nuevas medidas de identificación. Sin embargo, será crucial medir la efectividad operacional de esta legislación, ya que, a pesar de las miles de órdenes de expulsión vigentes, la capacidad de llevarlas a cabo sigue siendo limitada por complicaciones Políticas, operacionales y logísticas. En este contexto, aunque la ley podría contribuir a una disminución de la inmigración ilegal, las dificultades para ejecutar estas medidas siguen siendo un desafío importante.
La política migratoria de Estados Unidos, liderada por la administración Trump, que podría incluir la deportación de millones de inmigrantes indocumentados, tendría un impacto directo en América Latina. Esta medida incrementaría los flujos migratorios hacia los países de la región, a medida que los deportados busquen refugio en otros lugares. Además, las políticas restrictivas podrían generar tensiones diplomáticas, obligando a los países vecinos a gestionar un mayor número de migrantes, lo que complicaría aún más la seguridad fronteriza y los procesos de integración.
La inteligencia artificial sigue siendo un desafío relevante. Si bien ofrece avances significativos que pueden beneficiar a las personas, los gobiernos y las empresas al mejorar la eficiencia en sus actividades, también plantea riesgos, ya que los grupos criminales podrían utilizarla para sofisticar sus ataques y obtener mejores resultados. Ante esto, la clave está en la educación continua. No solo se requiere regulación, sino una capacitación integral que permita desaprender viejos hábitos y aprender nuevas formas de interactuar con la tecnología. Solo con una sólida preparación y medidas de seguridad, tanto en el ámbito privado como en las empresas, se podrá aprovechar su potencial de manera segura.
El cambio climático seguirá intensificándose en 2025, con fenómenos extremos más frecuentes y graves. Entre enero y septiembre de 2024, la temperatura media global aumentó 1,54 °C respecto a la era preindustrial, y en septiembre se superó en 0,3 °C cualquier otro septiembre anterior. Estos aumentos, junto con las altas concentraciones de gases de efecto invernadero, están acelerando fenómenos como huracanes, sequías y el derretimiento de los polos. El aumento del nivel del mar y la acidificación de los océanos afectan ecosistemas y provocan desplazamientos masivos.
Este cambio climático pone en riesgo infraestructuras críticas, como las energéticas, el suministro de agua potable y el transporte público, esenciales para la continuidad de las ciudades y el bienestar de la población. Las empresas y gobiernos deben reforzar estas infraestructuras, actualizar los análisis de riesgos y crear estrategias de resiliencia que permitan mitigar los efectos de desastres naturales y garantizar la seguridad de las comunidades.
La cadena de suministro continuará siendo vulnerable a los conflictos globales. Las empresas tendrán que diversificar sus rutas de abastecimiento y prepararse para futuras interrupciones que podrían afectar la disponibilidad de productos clave. La capacidad de las empresas para adaptarse rápidamente a nuevos entornos será un factor crucial para garantizar su estabilidad.
La escasez de talento especializado, especialmente en áreas como ciberseguridad, inteligencia artificial y tecnología, se profundizará en los próximos años, representando un desafío crítico para empresas y gobiernos. A medida que la demanda de profesionales con altas capacidades tecnológicas crece, la competencia por contratar y retener este capital humano se intensifica. Las empresas deberán invertir en programas de capacitación continua y en el bienestar de sus empleados, implementando políticas que promuevan la salud mental y el equilibrio entre la vida laboral y personal. Además, la velocidad con la que las organizaciones y gobiernos se adapten a estos cambios será crucial para evitar riesgos en sus proyectos de crecimiento y operaciones cotidianas. Si no se toman las medidas adecuadas y se acelera la formación de este talento, tanto las empresas como las instituciones públicas podrían enfrentar dificultades para mantenerse competitivas, lo que afectaría su capacidad de implementar tecnologías emergentes y afrontar desafíos globales en el futuro cercano.
En conclusión, 2024 ha sido un año marcado por desafíos complejos y la aceleración de riesgos a nivel global, regional y local. El cambio climático sigue intensificándose, trayendo fenómenos extremos y más frecuentes. La ciberseguridad se ha vuelto crucial, con ataques más sofisticados que amenazan a empresas y gobiernos, mientras que la escasez de talento especializado en áreas clave como la tecnología y la ciberseguridad se profundiza. Este déficit de capital humano pone en riesgo la capacidad de las organizaciones para adaptarse a nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, que podría transformar las operaciones cotidianas y la competitividad. En este contexto, las infraestructuras críticas, esenciales para la continuidad operacional de las ciudades y los servicios básicos, deben ser reforzadas para enfrentar tanto desastres naturales como provocados por el hombre. La clave para abordar estos desafíos estará en la capacitación constante, la resiliencia organizacional y la colaboración entre gobiernos, empresas y la sociedad.
Referencias
• Foro Económico Mundial. (2024). Global Risks Report. Recuperado de https://www.weforum.org
• Fiscalía Nacional de Chile. (2024). Informe sobre el Crimen Organizado.
• Naciones Unidas. (2024). Global Migration Report. Recuperado de https://www.un.org
• Organización Internacional para las Migraciones. (2024). Desplazamiento Climático y Migración.
• Security Management. (2024). Threats to Critical Infrastructure.
• JSTOR. (2024). Ciberseguridad y el Impacto de la Inteligencia Artificial.
Comentários