La gestión de amenazas y la prevención de la violencia en el lugar de trabajo son pilares fundamentales para garantizar la seguridad y sostenibilidad de las organizaciones. Este artículo explora los modelos o marcos internacionales, como el Behavioral Threat Assessment and Management (BTAM) y el Violence Threat Assessment and Management (VTAM), que proporcionan herramientas prácticas y estrategias basadas en evidencia para identificar riesgos, prevenir incidentes y proteger los entornos laborales frente a amenazas emergentes.
En un artículo previo, exploré el impacto de la violencia en el lugar de trabajo, destacando cómo puede socavar la productividad, la seguridad y el bienestar organizacional. En este análisis, doy un paso más allá para explorar soluciones y prácticas adoptadas globalmente debido a su eficacia probada y respaldo por organizaciones internacionales de seguridad, centrándome en los marcos de evaluación de amenazas BTAM (Behavioral Threat Assessment and Management) y VTAM (Violence Threat Assessment and Management). Estas herramientas, respaldadas por investigaciones revisadas por pares y estándares internacionales, proporcionan un enfoque integral para identificar y gestionar riesgos antes de que se materialicen en incidentes violentos.
La inspiración para profundizar en este artículo, nació al escuchar una de Joshua Villines, director del Human Intelligence Group. Villines, es un líder global en evaluación de amenazas, prevención de delitos e inteligencia humana. Con más de 30 años de experiencia, cuenta con certificaciones internacionales como Certified Threat Manager (CTM) y Certified Protection Professional (CPP), Professional Certified Investigator (PCI) y Physical Security Professional (PSP), otorgadas por ASIS International. Ha ocupado roles destacados como presidente del Professional Certification Board y miembro del Global Board de ASIS International.
Herramientas prácticas para la gestión de amenazas
La gestión de amenazas en el lugar de trabajo requiere un enfoque estructurado que combine herramientas basadas en evidencia y prácticas colaborativas. Los modelos como Behavioral Threat Assessment and Management (BTAM) y Violence Threat Assessment and Management (VTAM) han sido fundamentales para desarrollar estrategias efectivas que permiten a las organizaciones anticiparse a riesgos antes de que se conviertan en incidentes. Estas herramientas prácticas no solo identifican amenazas potenciales, sino que también ofrecen un marco integral para gestionar y mitigar riesgos en entornos laborales.
1. Evaluación conductual basada en hechos observables
Una de las principales fortalezas de BTAM es su enfoque en comportamientos concretos y observables en lugar de depender de perfiles preconcebidos. Esto elimina prejuicios y sesgos, permitiendo que las evaluaciones sean más precisas y objetivas. Herramientas como el JACA Framework son esenciales para esta etapa, ya que evalúan cuatro dimensiones clave:
Justificación: ¿Qué tan racionaliza la persona sus acciones?
Alternativas: ¿Percibe opciones diferentes a la violencia?
Consecuencias: ¿Acepta los costos potenciales de sus acciones?
Habilidades: ¿Cree tener la capacidad para ejecutar actos violentos?
Estas evaluaciones se basan en principios de juicio profesional estructurado (Structured Professional Judgment), combinando experiencia práctica con instrumentos calibrados por investigaciones revisadas por pares.
Composición y formación de equipos interdisciplinarios
Los equipos de evaluación de amenazas son un elemento central para implementar estrategias efectivas. Estos equipos, formados por profesionales de seguridad corporativa, recursos humanos, psicología y asesoría legal, permiten un análisis multifacético de cada caso. La capacitación continua de estos equipos en técnicas de evaluación conductual, resolución de conflictos y gestión de crisis asegura que estén preparados para manejar escenarios diversos.
3. Diseño de planes personalizados de intervención
Cada situación de amenaza es única, lo que requiere planes de intervención adaptados a las necesidades específicas del caso. Estos planes deben incluir:
Protocolo de comunicación interna: Procedimientos claros para reportar amenazas de manera confidencial.
Análisis integral de riesgos: Evaluación del entorno laboral, factores personales y patrones de comportamiento.
Acciones concretas de mitigación: Intervenciones como apoyo psicológico, ajustes laborales o medidas disciplinarias, según corresponda.
4. Incorporación de tecnologías avanzadas
Las herramientas tecnológicas desempeñan un papel crucial en la gestión de amenazas. Sistemas de análisis predictivo y visualización de datos ayudan a identificar patrones de comportamiento preocupantes en tiempo real, permitiendo respuestas más rápidas. Por ejemplo, plataformas digitales pueden centralizar y analizar reportes de incidentes, mejorando la eficiencia del proceso de toma de decisiones.
5. Monitoreo y reevaluación continua
Una gestión efectiva de amenazas no termina con la intervención inicial. Es fundamental implementar un sistema de monitoreo que permita rastrear cambios en el comportamiento del individuo y reevaluar riesgos regularmente. Este enfoque dinámico asegura que las medidas adoptadas sigan siendo relevantes y efectivas a medida que las circunstancias evolucionan.
6. Fomento de una cultura organizacional segura
Una cultura de seguridad en el trabajo es la base para prevenir y gestionar amenazas. Esto implica promover un entorno donde los empleados se sientan cómodos reportando preocupaciones sin temor a represalias. La capacitación en reconocimiento de señales de alerta y la comunicación abierta entre equipos son fundamentales para construir esta cultura.
Ejemplo práctico: Un enfoque basado en BTAM
En una organización global del sector tecnológico, un empleado con un historial laboral estable comenzó a mostrar cambios significativos en su comportamiento. Los colegas notaron que había disminuido su participación en reuniones, comenzó a evitar la interacción con el equipo, y sus correos electrónicos contenían tonos más agresivos y frases ambiguas que generaban preocupación. Además, algunos compañeros reportaron comentarios alarmantes, como referencias a “ajustar cuentas” o “poner fin a las cosas”, aunque estas expresiones no eran directamente amenazantes.
El caso fue remitido al Equipo de Evaluación de Amenazas (Threat Assessment Team, TAT) de la organización, compuesto por un especialista en seguridad corporativa, un psicólogo laboral y un asesor legal. Este equipo comenzó recopilando información para entender el contexto y evaluar el riesgo. Utilizando principios de Behavioral Threat Assessment and Management (BTAM), analizaron comportamientos observables y patrones en el entorno del empleado. Aplicaron herramientas como el JACA Framework, que les permitió identificar factores clave como la justificación detrás de los comentarios del empleado, su percepción de alternativas para manejar conflictos, su disposición a aceptar consecuencias y las habilidades que podría emplear para ejecutar acciones dañinas.
El equipo también examinó antecedentes disciplinarios, realizó entrevistas con colegas cercanos al empleado y revisó sus publicaciones en redes sociales. Estos datos indicaron que el empleado experimentaba un estrés significativo derivado de problemas laborales no resueltos, acompañado de una sensación de aislamiento. Su lenguaje ambiguo, aunque no directamente amenazante, reflejaba una creciente frustración que podía escalar si no se abordaba adecuadamente.
Tras el análisis, el equipo diseñó un plan de intervención adaptado. Como primera medida, se ofreció al empleado acceso inmediato a apoyo psicológico, donde se le permitió expresar sus preocupaciones y recibir orientación para manejar el estrés. Además, el supervisor directo implementó ajustes en la asignación de tareas para reducir la carga laboral y fomentar la colaboración dentro del equipo. Paralelamente, se estableció un sistema de monitoreo discreto para observar cambios en el comportamiento del empleado, garantizando al mismo tiempo su privacidad y bienestar. Por último, se realizó una comunicación directa con el empleado, aclarando las expectativas de conducta y recordándole los recursos de apoyo disponibles.
El enfoque logró estabilizar la situación sin necesidad de recurrir a medidas disciplinarias severas. El empleado mostró mejoras graduales en su comportamiento y una reintegración positiva en el entorno laboral. Este caso evidenció la importancia de abordar las amenazas de manera preventiva y personalizada, centrando los esfuerzos en la resolución de conflictos, la intervención temprana y el bienestar del individuo, protegiendo así tanto a la persona como a la organización.
Recomendaciones para implementar un programa de prevención
Políticas claras y comprensivas: Desarrollar un manual que defina la violencia laboral, procedimientos de reporte, medidas de prevención y desescalada, incluyendo a visitantes y contratistas.
Evaluaciones de riesgos periódicas: Identificar brechas en seguridad y competencias desde la alta gerencia hasta el personal operativo para priorizar estrategias de mitigación.
Formación de equipos interdisciplinarios: Equipos de evaluación con expertos en seguridad, psicología y recursos humanos, capacitados para manejar amenazas y coordinar con agencias externas.
Capacitación organizacional: Entrenar a todos los niveles en identificación de señales de advertencia, manejo de conflictos y respuesta a emergencias.
Fomentar una cultura de reporte: Establecer canales confidenciales y transparentes que promuevan la confianza en la gestión de incidentes.
Uso de tecnologías avanzadas: Incorporar sistemas de monitoreo predictivo y análisis de datos para detectar patrones de comportamiento y optimizar respuestas.
Planes de respuesta a incidentes: Diseñar protocolos para amenazas iniciales y eventos críticos, actualizados regularmente con aprendizajes post-incidente.
Estas medidas, basadas en estándares internacionales y mejores prácticas, aseguran un enfoque preventivo que protege tanto a los empleados como a la organización.
Reflexiones Finales.
A lo largo de este artículo hemos explorado modelos internacionales como BTAM (Behavioral Threat Assessment and Management) y VTAM (Violence Threat Assessment and Management), destacando su valor como herramientas fundamentales para prevenir riesgos relacionados con la violencia en el trabajo. Sin embargo, también es importante reflexionar sobre la distancia que existe entre estas metodologías y la realidad que enfrentamos en muchos países de América Latina y otras regiones en desarrollo.
Estos modelos, aunque inspiradores, pueden parecer lejanos para quienes trabajan en organizaciones donde las prioridades suelen centrarse más en la operación diaria que en la implementación de programas preventivos tan estructurados. Aquí es donde surge una necesidad clave: adaptar estas prácticas a nuestras culturas y contextos locales. Es necesario trabajar para generar mayor conciencia en las empresas sobre la importancia de la prevención, fomentar una cultura organizacional más segura y garantizar que existan políticas públicas que respalden estos esfuerzos.
Si bien es cierto que el camino para incorporar estas metodologías puede ser desafiante, estas primeras aproximaciones son un excelente punto de partida. Reconocer su relevancia nos ayuda a visualizar un futuro donde nuestras organizaciones no solo gestionen sus riesgos de manera más efectiva, sino también protejan a sus colaboradores y fortalezcan su resiliencia frente a amenazas emergentes.
En última instancia, esta reflexión no es solo un llamado a las empresas, sino también a los profesionales que lideran la seguridad internamente y a los consultores que trabajamos en este ámbito. Tenemos la oportunidad y la responsabilidad de traducir estas herramientas en acciones concretas, diseñando estrategias que se ajusten a nuestras particularidades y contribuyan a crear entornos laborales más seguros, justos y humanos. Porque la gestión de amenazas y la prevención de la violencia no solo protegen a las personas, sino que también reflejan el compromiso de construir mejores lugares para vivir y trabajar.
Referencias
• Fein, R. A., & Vossekuil, B. (2000). Protective Intelligence and Threat Assessment Investigations: A Guide for State and Local Law Enforcement Officials. U.S. Department of Justice.
• SIGMA, Ontic. (2020). Behavioral Threat Assessment & Management: A Cross Sector Guide for Communities. SIGMA.
• ASIS International. (2024). ASIS LATAM 2024 BTAM and Workplace Violence Report. ASIS International.
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